Me llamo Almudena.
Me imagino que todo el mundo se preguntará que hago yo con los años que tengo en la carrera de magisterio en el curso 1º.
El verano anterior a comenzar 2ºBUP(4º ESO) sufrí un accidente de coche que me impidió asistir a clase. El estar en casa sin poder hacer nada me volvía loca. Y me puse a dar clases particulares. Ahí empezó mi vocación por la enseñanza. Decidí estudiar magisterio pero me dejé convencer para estudiar pedagogía. Estudié Ciencias de la Educación en la Universidad Pontificia Comillas. Fueron unos años inolvidables. Una vez terminados mis estudios me puse a trabajar en el área de empleo del Instituto de la Mujer durante tres años. En aquella época me casé. Al no renovarme el contrato, me puse a trabajar en la empresa veterinaria de mi padre como secretaria (de mi marido). Estuve otros tres años y cuando tuve a mi primera hija (María, 1990) decidí dedicarme a ella. Al año siguiente tuve a mi hijo (Elías, 1991).
Mi marido viajaba constantemente y no encontraba el momento de ponerme a trabajar.
Mis hijos iniciaron sus estudios en colegio alemán y cada vez tenía más claro que me tenía que dedicar a ellos .
Cuando se graduaron decidí ponerme a trabajar y lo primero que hice fue apuntarme al paro.
¡Increíble! a los tres meses me llamaron de la Consejería de Inmigración para que empezara a trabajar como monitora de inmigración en el Instituto de la Fortuna (Leganés). Volví a encontrarme con el mundo de la enseñanza.
Mi trabajo se convirtió en algo apasionante. Sentía que conectaba con los chicos y que les era de gran ayuda. He notado que los chavales llegan a la educación secundaria con grandes lagunas y uno de mis objetivos ha sido el solventarlas. Pero ¿por qué no hacerlo directamente desde primaria?
Al tratarse de un trabajo por un año y con nulas posibilidades de continuidad decidí estudiar educación primaria.
Por eso estoy en Escuni. Justo en el momento en que hice la matrícula me volvieron a llamar para trabajar en el mismo instituto en el que estaba. Y me llené de valor para continuar con las dos cosas. No quería elegir una de las dos opciones que tenía y dejar a un lado la otra.
Mis puntos fuertes para el aprendizaje son, en primer lugar, mi pasión por la enseñanza y, en segundo lugar mi fuerza de voluntad.
El apoyo de mi familia ha sido muy importante y ha facilitado mi dedicación al trabajo y a los estudios.
Estoy disfrutando mucho con las clases a las que asisto pero estoy deseando terminar para poder trabajar como maestra cuanto antes.
Algo que me ha sorprendido es cómo vivo las clases actualmente y lo distinto a cómo las vivía cuando era una joven de 20 años. Ahora quiero aprovechar cada minuto de lo que aprendo.
Desde la madurez y el trabajo, el ser una alumna es un privilegio.
El verano anterior a comenzar 2ºBUP(4º ESO) sufrí un accidente de coche que me impidió asistir a clase. El estar en casa sin poder hacer nada me volvía loca. Y me puse a dar clases particulares. Ahí empezó mi vocación por la enseñanza. Decidí estudiar magisterio pero me dejé convencer para estudiar pedagogía. Estudié Ciencias de la Educación en la Universidad Pontificia Comillas. Fueron unos años inolvidables. Una vez terminados mis estudios me puse a trabajar en el área de empleo del Instituto de la Mujer durante tres años. En aquella época me casé. Al no renovarme el contrato, me puse a trabajar en la empresa veterinaria de mi padre como secretaria (de mi marido). Estuve otros tres años y cuando tuve a mi primera hija (María, 1990) decidí dedicarme a ella. Al año siguiente tuve a mi hijo (Elías, 1991).
Mi marido viajaba constantemente y no encontraba el momento de ponerme a trabajar.
Mis hijos iniciaron sus estudios en colegio alemán y cada vez tenía más claro que me tenía que dedicar a ellos .
Cuando se graduaron decidí ponerme a trabajar y lo primero que hice fue apuntarme al paro.
¡Increíble! a los tres meses me llamaron de la Consejería de Inmigración para que empezara a trabajar como monitora de inmigración en el Instituto de la Fortuna (Leganés). Volví a encontrarme con el mundo de la enseñanza.
Mi trabajo se convirtió en algo apasionante. Sentía que conectaba con los chicos y que les era de gran ayuda. He notado que los chavales llegan a la educación secundaria con grandes lagunas y uno de mis objetivos ha sido el solventarlas. Pero ¿por qué no hacerlo directamente desde primaria?
Al tratarse de un trabajo por un año y con nulas posibilidades de continuidad decidí estudiar educación primaria.
Por eso estoy en Escuni. Justo en el momento en que hice la matrícula me volvieron a llamar para trabajar en el mismo instituto en el que estaba. Y me llené de valor para continuar con las dos cosas. No quería elegir una de las dos opciones que tenía y dejar a un lado la otra.
Mis puntos fuertes para el aprendizaje son, en primer lugar, mi pasión por la enseñanza y, en segundo lugar mi fuerza de voluntad.
El apoyo de mi familia ha sido muy importante y ha facilitado mi dedicación al trabajo y a los estudios.
Estoy disfrutando mucho con las clases a las que asisto pero estoy deseando terminar para poder trabajar como maestra cuanto antes.
Algo que me ha sorprendido es cómo vivo las clases actualmente y lo distinto a cómo las vivía cuando era una joven de 20 años. Ahora quiero aprovechar cada minuto de lo que aprendo.
Desde la madurez y el trabajo, el ser una alumna es un privilegio.
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